El año pasado di clases por primera vez completamente a distancia, forzado por el contexto de aislamiento por la pandemia de COVID-19. Algo en lo que, pese a no haber nunca, creía tener algo de terreno ganado gracias a todos estos años de dar clases combinando presencialidad con distancia.
Digo creía porque el 2020 demostró que muchas de las cosas que pensábamos que sabíamos nos tomaron examen.
Ahora me toca volver a pensar un cuatrimestre a distancia, ya en 2021, y para eso traté de pasar en limpio lo que con mi equipo aprendimos de la experiencia del año pasado. Lo agrupé en los 5 puntos principales para no perderlos de vista y para que tal vez le sirva a alguien más:
1. Recorridos personales
Antes que nada pensamos en los infinitos contextos personales y familiares que cada persona estaba atravesando. Para eso pensamos en armar varias materias adentro de una: con cada comisión de práctico, cada una en un día y horario diferente, trabajaría un tema distinto por un mes y medio, repitiendo su recorrido tres veces. Cada estudiante podría elegir en qué día y horario cursar los temas que le interesaran. Teniendo seis comisiones diferentes, los y las estudiantes tendrían que elegir tres de ellas para hacer una parte de la cursada por 6 semanas, y luego pasar a otra. Luego de cursar esos tres tramos autocontenidos (con desarrollo, evaluación y nota propia), se promediarían las tres partes y se daría por terminada la materia.
¿Qué pasó?
Siendo 2020 un año en donde todos estábamos aprendiendo a manejar la incertidumbre y tratando de cumplir con todos los roles de la vida cotidiana en el mismo espacio físico, muchos y muchas sintieron que necesitaban espacios que les dieran certeza y regularidad: horarios fijos para empezar y terminar actividades, espacios delimitados en las casas para trabajar, diferentes de los de comer, mirar la tele y hacer gimnasia (aunque fueran delimitados con la imaginación), y este diseño de la autonomía, y de que cada cual pudiera cursar cuando pudiera y los temas que quisiera, resultó agregar una complejidad más a una vida de repente demasiado compleja. Cuando pusimos a prueba este diseño, antes de llevarlo a la práctica en la cursada, nos comentaron que resultaba muy complejo, abrumador y difícil de seguir, teniendo horarios tan partidos y cambiando cada seis semanas.
¿Qué aprendimos, y qué haremos en 2021?
Que somos todos muy diferentes y tenemos distintas estrategias para encarar lo que no conocemos y nos asusta. Finalmente redujimos a dos comisiones el recorrido de los y las estudiantes (la primera mitad con un equipo docente trabajando un tema y la segunda mitad con otro equipo trabajando sobre otro, pero respetando día y horario), en una combinación que daba cierta autonomía pero también un marco de seguridad.
Para la cursada 2021, reduciremos a una sola comisión por día y horario, pero incorporando los recorridos de las demás. O sea, en vez de elegir recorridos, incorporamos esos recorridos a la cursada en el mismo día y horario con un único equipo docente. Reducimos momentos de decisión, de cambios de horario y generar vínculos con los diferentes docentes cada vez, e incorporamos a una cursada “tradicional”, en el sentido de un sólo día y horario con el mismo grupo de estudiantes y el mismo equipo docente, los recorridos de las miradas de las demás comisiones. Dejamos de ofrecer a los y las estudiantes seis recorridos diferentes a elegir, pero ganamos en acompañamiento.

2. Abrazar la incertidumbre
Nos propusimos presentarles a los y las estudiantes una planificación general, sin tanto detalle, para poder estar más libres si teníamos que pegar un volantazo. Planeamos ir leyendo el pulso del curso, las necesidades de los y las estudiantes, las inquietudes, las propuestas.
¿Qué pasó?
Nos encontramos con un grupo de personas que, acostumbrados a la dinámica de una materia en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, querían tener el programa completo, la lista de lecturas entera, la fecha del parcial, del principio y del final (nada nuevo). Tuvimos que poner mucho énfasis en remarcar la intención clase a clase (o en bloques de tres clases) de esos contenidos, antes de “descubrir” lo que seguía.
¿Qué cambiaremos y haremos en 2021?
Intentaremos, desde la planificación pero también desde lo discursivo, en llevar la planificación (que siempre la hay) para apoyarnos en ella y dar una herramienta para la seguridad y la tranquilidad. Y a partir de eso, tener ese margen de flexibilidad para hacer frente a las inquietudes que puedan aparecer, y de lo que el mundo exige que tratemos desde las ciencias sociales. En cuatro meses, en la vorágine que vivimos desde diciembre de 2019, ¡pueden pasar tantas cosas que son interesantes de incorporar!

3. Multiplicar las miradas
Cuando propusimos partir la cursada en dos y rotar entre comisiones y temáticas, lo hicimos pensando en que las diferentes perspectivas siempre suman, las muchas voces siempre nutren, y los distintos recorridos nos podían aportar un aprendizaje único. Pero así también nos quedaban sólo seis clases con el mismo grupo.
¿Qué pasó?
Si bien, para construir un proceso en grupo seis semanas suele ser poco, aun en presencialidad, a distancia fue más lento ese entrar en confianza, abrir el micrófono y sobre todo, prender la cámara para los y las demás. Al terminar la cursada nos quedamos con un sabor amargo de haberles diseñado a los estudiantes un recorrido nutritivo, pero sabiendo que con más tiempo podríamos haber afianzado vínculos entre todos.
¿Qué haremos diferente en 2021?
Cada grupo de estudiantes se quedará todo el cuatrimestre con el mismo equipo docente, para profundizar el proceso grupal al interior de cada comisión, y trataremos de marcar los diferentes momentos y miradas que traemos de las demás comisiones al interior de la cursada.

4. Inclusión a distancia
Como para junio 2020 ya teníamos un poco más de perspectiva de que el aislamiento iba para largo, y al mismo tiempo ya teníamos un cierto recorrido en hacer todo desde casa, muchos y muchas aprovecharon para retomar la facultad, por no tener que viajar a cursar. Por este motivo, la Facultad también habilitó la inscripción a más cantidad de personas por curso. Si en la presencialidad los topes son de 30 o 35 personas por comisión, esta vez los prácticos tuvimos más de 50.
¿Qué pasó?
Pudimos contar con más gente que de costumbre, muchos y muchas volviendo a las cursadas por no tener que viajar, lo cual nos dio una cuota de alegría, y al mismo tiempo nos resultó más difícil poder formar el vínculo que nos gusta con los estudiantes. Entre las seis semanas que duró cada tramo con cada grupo de estudiantes, que éramos más que de costumbre, y que muchos y muchas no se sentían cómodos y cómodas de prender la cámara y hacernos pasar al interior de sus casas, construir ese vínculo se nos hizo más difícil.
¿Qué cambiaremos en 2021?
Para este año, la Facultad bajó un poco la cantidad de inscritos a las materias: 45 por curso. Más allá de esa decisión, apostamos a que el hecho de ser menos, y de recorrer todo el cuatrimestre con el mismo equipo de estudiantes y docentes, podremos crear un vínculo más cercano. También proponemos actividades sincrónicas con una fuerte pata asincrónica, por si hay personas que toman la clase en un teléfono, comparten el uso de una computadora con otras personas, o no pueden estar presentes al momento de la clase. Si bien muchas de estas cosas las hicimos en 2020, intentaremos apoyarnos en aquellas dinámicas que nos dieron mejor resultado: aquellas que se pueden hacer en el momento de la clase o en algún otro momento (al final hablaré un poco más de esto).

5. Tiempo y espacio
En 2020 nos propusimos, pensando en el contexto que vivíamos, reducir la extensión de las clases de 2 horas a 1 hora y media, y no ser tan exigentes con la participación en clase, por si los y las estudiantes no estaban cómodos y cómodas desde sus casas, o con buena conexión, o algún otro motivo que pudiera ocurrir.
¿Qué pasó?
Nos sorprendió para bien que tuvimos más participación que en la presencialidad. Las intervenciones sonaban más relajadas (quizá por estar en casa), siempre muy respetuosas, tratando de no pisar a un compañero o compañera, ordenadas y hasta muchas veces más extensas que a lo que estábamos acostumbrados.
Si bien nos alegró ese factor, hizo que muchas veces no pudiéramos cumplir con la hora y media que queríamos para las clases, y nos termináramos extendiendo las dos horas completas.
¿Qué haremos en 2021?
Intentaremos apuntar a desarrollar la clase en una hora y media, no sólo por lo que la economía de la atención demanda, sino para forzarnos a ser más certeros en lo que queremos plantear (sean presentaciones o actividades), pero teniendo en mente que podemos necesitar de las dos horas completas para cada encuentro. Para eso, reforzaremos la pata asincrónica y de actividades colaborativas en simultáneo para poder participar de una forma más dinámica.

Bonus track.
Dinámicas: Qué sí y qué no.
Algo que nos resultó completamente diferente de la presencialidad fueron todos los momentos de presentación o actividades donde prima la opinión. Presentarse a uno mismo, debatir un texto o cruzar opiniones sobre una temática, lo intentamos hacer a micrófono abierto. Como dije arriba, muchos y muchas se expandieron mucho más de lo que acostumbramos, lo que extendió mucho los tiempos, y por el respeto y no querer pisar a sus compañeros y compañeras, muchos quedaban sin hablar (o abrían el micrófono, y cuando otro empezaba a hablar, lo cerraban).
Nos resultó mucho más fructífero, en cambio, tener instancias colaborativas como dejar opiniones en una diapositiva, o en post-its en un tablero de Miró, por ejemplo. Escribir al mismo tiempo y luego recuperar esas opiniones con algún que otro comentario, favoreció a que todos y todas pudieran dejar expresada su postura, pudieran conocer las de los demás, y no se perdiera entre algún comentario entrecortado porque la conexión a veces juega una mala pasada.
Para esta cursada, usaremos seguido la plataforma Miró, no sólo para intercambios de este estilo (para presentaciones personales, por ejemplo), sino también para que entre los grupos puedan prototipar sus proyectos hacia el fin de la cursada, y al terminar el cuatrimestre puedan haber tenido la experiencia de manejar una herramienta y una modalidad de trabajo colaborativo en simultáneo.
Vamos a ver qué sale.
Nota: estas reflexiones surgen del trabajo que hicimos durante todo 2020 con Victoria Carrizo y Gino Cingolani, con quienes damos clases (y nos divertimos mucho) desde hace más de 10 años, dentro del equipo de cátedra de la Cátedra de Datos Piscitelli, en la Carrera de Comunicación de la UBA, que nos permite experimentar como lo hacemos.